miércoles, 17 de octubre de 2007

DespuéS de DoS años...

Después de dos años, la vi por primera vez, y no fue en cualquier lugar. Sabia que seguirías yendo a aquel sitio de las bancas, cerca del Ángel, pero no creí que después de tanto tiempo lo hicieras a la misma hora a la que acostumbrábamos encontrarnos, pero me aventure a tomarlo como una cita previamente dicha, y 15 minutos antes de las 4:00 pm, ya estaba sentado en tu banca favorita. Tenia temor de que no fueras a llegar o que tal vez lo hicieras con otro hombre cogida de la mano. No me preguntes por qué esperé tanto para hacerlo, sólo puedo decirte que si hubiese esperado un día más, habrías recibido la noticia de mi muerte, por alguna falla en mi corazón. Allí estabas tú, siempre 5 minutos tarde de lo estipulado.

Temí que mi descuidado aspecto no te dejara reconocerme de inmediato, pero tal fue tu alegría de verme, que lo primero que hiciste fue correr hacía mi, pero no para abrazarme o besarme, no, sino para golpearme, para llorar, para gritarme, para aruñarme. Tenias todo el derecho, me quede quieto escuchándote, sólo me movía cuando debía levantarme del suelo, pues tus golpes mas de una vez me arrojaron a él. La gente pasaba y te miraba como loca, pero nadie hacia nada pues sabían que no podrían contigo. Ni siquiera el llamado de un policía te detuvo, y cuando este me pregunto que ocurría le conteste que me lo merecía.

Mi quietud parecía alimentar más esa enorme fiera en la que te habías convertido por aquel instante; me sentí como un entrenador de perros que da a sus alumnos carne cruda mientras le muestra la foto del enemigo. Creo que fueron 20 minutos seguidos de golpes, cachetadas, patadas, hasta que de un momento a otro, toda envuelta en lágrimas te desplomaste ante mis pies, por un momento pensé que te habías desmayado, pero de inmediato me di cuenta que era simplemente un descanso de tu alma y de tu cuerpo, para levantar tu cabeza, y con el brazo izquierdo darme un golpe en el estomago que me dejó sin respiración. Fue justo allí, cuando cerré mis ojos y puse mis manos en mi estomago, que sentí cómo tus labios, aquellos labios que tanto habían añorado los míos, se encontraban nuevamente sobre mi boca, en un apasionado beso a través del cual no sólo me dijiste que aun me amabas, sino que estos dos años ese amor había crecido con cada día de ausencia, de sosiego, de angustia, de rabia, de desesperación. Con este encuentro, mas allá de tu unir tu lengua con la mía, me demostrabas que nuestras almas seguían conectadas hasta tal punto que, aquella llave secreta de tus pensamientos, de la que alguna vez me habías hecho dueño, seguía siendo mía.


Volví a sentirme dueño del mundo, sin dolores, sin temores, sin preocupaciones, estabas tú y eso era lo único que me importaba, te abrace tan fuerte que te sentí desnuda ante mi. Sí, tú y yo, nuevamente en aquel parque en el que tantas veces estuvimos tentados a hacer el amor. Sosteniéndonos, entre tus brazos y los míos, sintiendo que nada mas importaba y observando cómo las nubes se apoderaban del suelo, y nos invitaban a olvidarnos de lo terrenal. Pude escuchar las risas de felicidad de los árboles y oler el aromar que nos regalaban las flores, especialmente para nosotros.


El mundo entero sabe que estamos juntos otra vez, o mas bien, se ha dado cuenta que nunca nos separamos, que tu corazón siguió latiendo en mi cuerpo como mis ojos estuvieron siempre sobre tu juguetona nariz.

1 comentario:

Joha Cristancho Henao dijo...

Mariiica esa foto!!!! amo esa foto... Amo ese día... sé que "es Mario" peor también es otra cosa...