viernes, 26 de octubre de 2007

¿Qué Ocultan Los Cuadernos.... o uno de ellos?

No puedo creer que después de 4 años, esto este entre mis manos. “la prosa de la vida es el verso de la muerte”, cómo suponías que yo iba a saber exactamente en qué cuaderno, alguna vez, dentro de mis profundos abismos de tinta, había escrito esta frase.
De justo o injusto ya no se puede hablar en este momento. De amor verdadero no queda duda. Pero por qué no fuiste egoísta por unos minutos. Por qué no decidiste poner la vida toda a favor tuyo, sin importar lo que los olvidados de la viuda alguna vez pudiéramos pensar, sentir o lo que para mi ahora es mejor, hacer.

¿Era necesario tanto dolor, sumergido en la escalofriante incertidumbre de no saber qué te ocurría? Estas cuatro letras hoy recorren cada milésima de mi cuerpo. Esta sensación de perdida invade ambos lados de mi corazón, ya no distingo entre el oscuro y el que alguna vez llego a ser claro. Amante de la noche y mi sombra del día, por qué no haber hecho de esto la mejor excusa para escapar de este mundo que tanta indiferencia y a la vez tanto asco nos producía.

Tal vez si hubiese encontrado esto, cuando por primera vez, entre risas y abrazos me contaste que lo habías escrito, no habría entendido la magnitud de la situación. Pero por qué esperar tanto. Me pregunto si tal vez pensabas que lo hallaría mucho antes. Tal vez consideraste la posibilidad de que saldría a buscarte para preguntarte si esto era verdad. Pero nuevamente te pregunto: entre tantos cuadernos, entre tantas hojas, entre tantos deseos sin cumplir, entre tantos sueños sin lograr, entre tantas lágrimas para narrar, ¿qué te hizo pensar que buscaría exactamente en estas paginas?

2 comentarios:

Estructuras Narrativas dijo...

walker, no entiendo muy bien, ¿esto lo escribe entonces Susana? Si es así, su narración es igual a la de Mario, ahí tendríamos un problema.

Raúl Esquivel Martínez dijo...

Me gusta, aunque siento un poco confusa la voz de quien está hablando. Si se trata de Susana, no hay nada mejor que recurrir a otra “Susana”, la de “Fragmentos de amor furtivo” de Héctor Abad Faciolince, que es de los mejores ejemplos de cómo, siendo hombre, puede uno meterse en el cuerpo y en el alma de una mujer y; por consiguiente, hablar en femenino de forma verosímil.